martes, 7 de agosto de 2018

Cine retro


Betty Blue
    Nunca antes, película extranjera alguna había causado tanta expectativa como el film denominado Betty Blue (Su título original es 37° 2 Le Matin); una película francesa dirigida por Jean-Jacques Beineix, cuyo estreno en ese país fue en 1986, y que fue proyectada en las salas de cine de Venezuela en 1988. Dos aspectos me animaron a verla. Primero, la crítica que leí en el diario El Nacional, el día anterior por parte del periodista Alfonso Molina y segundo, el ambiente netamente francés que colmaba las escenas del film: las calles y barrios de París, una pequeña villa lejana a la ciudad Luz, su insinuante idioma y dos seres debatiéndose en la más absurda y tormentosa relación amorosa.
     Zorg, protagonizado por Jean Hugues Anglade, aparece como un sencillo cuidador de cabañas a la orilla de una playa, quien tiene como compañera a Betty (Beatrice Dalle). Ambos, al comienzo de la película, desarrollan una acción llena de erotismo, que sirve de antesala, para lo que vendrá después. Betty, una mujer impulsiva y agresiva descubre la oculta inclinación que tiene Zorg por escribir y lo incita a editar sus composiciones, a lo que este, hace caso omiso. Desde ese momento, se inicia la principal batalla que enfrenta  Betty consigo misma: le incomoda la actitud displicente de Zorg, así como el hastío que siente al permanecer en un lugar tan solitario y ajeno a sus inquietudes. En uno de sus arrebatos de cólera, incendia la cabaña donde la pareja convive, obligando a Zorg a mudarse a París, donde se albergan en la casa de una amiga de Betty, llamada Lisa, una joven y viuda mujer, protagonizada por Consuelo de Haviland. 
En París, continúa Betty su obsesiva idea de que Zorg se consagre como escritor, al punto que sufre más por el desinterés de los editores por la obra inédita de Zorg que el propio amante. Esta situación y el conocimiento del negativo resultado de su ansiado embarazo, profundizan su angustia y en una última conducta de desquiciamiento, se desprende su ojo derecho. Es internada en un sanatorio en donde los médicos experimentan de manera brutal, su lamentable estado.
El epílogo de la película se desarrolla con la muerte de Betty, cuando Zorg vestido de mujer, se introduce furtivamente al sanatorio y asfixia con la almohada a Betty, ese cuerpo inerte que yacía postrado en la cama. Muerte piadosa que realiza Zorg despersonificándose, al estilo travesti, quizás para deslastrarse de la idea de que era él quien ejecutaba tal acción.
El film estuvo cargado de intensas escenas eróticas, donde destacaba sin complejos, la desnudez de ambos protagonistas, predominando la de Zorg, que llegaba a un exhibicionismo tan extremo, que causaba el murmullo y las risas entre algunas personas asistentes aquel día de enero de 1988, en una sala de cine de Valencia.
Betty Blue con más de tres décadas de su estreno, es una de esas películas que  bien vale la pena verla otra vez.
Christian Colombet

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