miércoles, 7 de diciembre de 2016

Haití también es América



HAITI TAMBIÉN ES AMÉRICA
Este 12 de octubre  se conmemora la llegada de Colón a este continente en 1492,  al que luego denominarían América y que producto de la conquista y colonización, me encuentre precisamente hoy escribiendo en español o para ser más preciso, en castellano y no en alguna de las distintas lenguas de los originarios pueblos diezmados por el colonizador. Aprovechando este aniversario tan común  a la América mestiza, quiero referirme a un pequeño país de la región: Haití.
Haití en lengua arahuaca significa “tierra de montañas”. Simón Bolívar tuvo como su aliado para la independencia de Venezuela a un nativo de ese país, Alexandre Petión  (la famosa expedición de los Cayos). Esta nación latinoamericana comparte con República Dominicana, una isla que los conquistadores llamaron La Española. De los 76.061 km² de la isla,  27.750 km² son territorio haitiano, es decir un poco menos de la extensión territorial del estado Monagas; sin embargo en ese pequeño espacio viven más de 11 millones de personas,  en consecuencia posee una alta densidad poblacional.
Haití fue el primer país de nuestra región en independizarse, en este caso de los franceses, es por ello que uno de sus idiomas oficiales es el francés (el otro es el criollo haitiano).
Haití ha sufrido  una inestabilidad política a lo largo de su historia, con las consabidas injerencias de potencias extranjeras. Recordemos la dictadura sanguinaria de Francois Duvalier (Papa Doc) que duró en el poder hasta su muerte en 1971, para luego ser sucedido por su hijo de 19 años Jean Claude Duvalier (Baby Doc) que gobernó hasta 1986 cuando lo derrocaron y se fue exiliado a Francia.  El caso de Jean Bertrand Aristide,  fue tres veces presidente constitucional y en su último mandato fue derrocado en 2004 y obligado a abandonar su país y ser trasladado a una nación africana; en su derrocamiento estuvo metida la mano extranjera.
Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2015,  de un total de 188 países,  Noruega ocupa el puesto N° 1,  en cambio Haití  se encuentra en el N° 163 dentro de la categoría “Desarrollo humano bajo”, conjuntamente con otros 43 países de África y Asia (Es el único país latinoamericano en ese renglón). Dentro de sus estadísticas demográficas y sociales podemos destacar las siguientes: Alta mortalidad infantil, alta tasa de natalidad, la tasa de mortalidad de mujeres en ocasión del embarazo es de 359 por cada 100.000 mil nacimientos, la tasa de alfabetización de la población  adulta es de apenas, 48,7%. Más del 50% de su población se encuentra en pobreza extrema. La tasa de desempleo ronda el 40% de su población activa. La población menor a 15 años representa el 35% del total de habitantes, mientras que sólo el 4% de ella es mayor a 65 años. La expectativa de vida es de 60 años, a diferencia de otros países de la región y del mundo donde la expectativa de vida es mayor a 70 u 80 años. Es un país eminentemente rural, con una economía muy frágil. Apenas el 38% de su población tiene acceso a la electricidad y el 45% no tiene acceso al agua potable. Presenta además, un precario sistema sanitario y de seguridad social. Ante ese panorama adverso, es evidente que la mayoría de su población sea altamente vulnerable a los embates de la naturaleza y de las epidemias, como ha ocurrido con el paso desolador y mortal del huracán Matthew (huracán Mateo) que ha dejado numerosas víctimas y gente sin hogar; con viviendas, zonas agrícolas y pecuarias destruidas;  a eso se suma ahora,  el brote de cólera entre los damnificados.
A pesar de ese escenario calamitoso que sufre el pueblo de Haití, no se observan en las redes sociales la profusión de imágenes de solidaridad a las que estamos acostumbrados cada vez que ocurren tragedias en alguna ciudad europea o estadounidense, cuando nos “espepitamos” en cambote a colocar la manida frase (“TodosSomosxxx”).  Parece que manifestar cierta empatía a un país pobre como Haití no es, utilizando dos anglicismos, “fashion”  o “cool”  o en el más viejo galicismo, no da “caché”.
Christian Colombet

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